En estos tiempos en los que hay casi tantos modelos de COVID-19 como entrenadores de futbol, tenemos la absoluta certeza de que alguno de ellos acertará en sus previsiones.
Es preciso no obstante recordar que los modelos no son la única fuente de conocimiento para prepararnos al futuro; en ocasiones es la mirada al pasado lo que nos puede ayudar.
A estas alturas ya sabemos que la alarma de la OMS sobre este coronavirus ha tenido más recorrido que las previas del SARS y MERS, y se ha convertido en pandemia. Si los modelos tienen la limitación de no disponer de un comportamiento previo que modelar, la mirada histórica tiene igualmente el inconveniente de que tampoco hemos tenido antes una pandemia de COVID-19. Pero hemos tenido pandemias de gripe, con las que la COVID-19 comparte su característica de ser emergente y de origen animal, de etiología viral, su transmisión respiratoria y a pesar de tener una transmisibilidad diferente, es más similar a la gripe que la de otros virus también de transmisión respiratoria. Diferencia importante, es que un porcentaje de la población tiene cierta inmunidad ante l agripe, desigual en cada pandemia, mientras que para el SARS-CoV-2 en principio es cero.
Lo que ya sabemos es que con toda seguridad tendrá un mayor impacto que la pandemia de gripe A(H1N1) del año 2.009, y está por ver si alcanza la de 1957-1958; es menos probable que llegue a la de 1917-1918, o la de 1889-1890.
La pandemia de 2009 se inició en Mexico en abril 2009, declarándose estado de pandemia el 11 de junio. Afectó fundamentalmente a menores de 65 años. Se considera que produjo menos fallecidos que la gripe estacional, pero aún así se estima que causó entre 200.000 y 500.000 fallecidos en todo el mundo
La pandemia de 1968. Se inició en Hong Kong, y se estima ocasionó entre 500.000 y 2.000.000 de fallecidos. Afectó fundamentalmente a personas mayores.
La pandemia 1957-58 se inició en China en febrero de 1957, con un pico en España en octubre 1957 (sobre todo en niños) y otro más bajo en febrero 1958 (sobretodo adultos).Se estima ocasionó uno y dos millones de fallecidos en todo el mundo.
La pandemia 1917-18 (“gripe española”) está documentada en febrero de 1918 en Kansas (USA). La primera oleada en Madrid fue en mayo junio de ese mismo año. Hubo una segunda oleada, la más importante en otoño, seguida de otra más aplanada de enero a junio de 1919. Tuvo una menor incidencia en personas mayores, expuestas a epidemias previas. Se estima que en sucesivas oleadas pudo afectar al 55% de la población mundial y causo 40-50 millones de muertos a nivel mundial, entre ellos 200.000 en España.
Habría que reflexionar sobre el hecho de que en su centenario, en nuestro país tuvo más repercusión en el ámbito demográfico que en el salubrista; no sorprende, pues pienso que los aspectos históricos de la salud pública española deberían tener mayor relevancia en los programas de master y especialidad MIR.
La pandemia de 1.889-1890 (“la gripe rusa”) está peor documentada y estudiada.
La referencia por tanto ante pandemias como la actual por COVID-19, es la gripe de 1918-1919. Las curvas de la mortalidad en distintos países europeos para aquella pandemia, muestra diferencias tanto en altura como en su forma, no ocurriendo en todos los países los picos iniciales de primavera verano de 1918 y siendo desigual la epidemia en los primeros meses de 1919.
Las curvas de mortalidad por enfermedades respiratorias en las provincias españolas en la pandemia 1918-1919, muestran igualmente diferencias tanto en su altura de la curva como en su forma; aunque en general hubo un pico muy claro en cada provincia, en algunas hubo varios y desiguales. A pesar de la desigual dinámica observada en las distintas provincias, la mayor parte del exceso de mortalidad se produjo en otoño de 1918.
Si pasamos de provincias a ciudades, la imagen icónica de la mortalidad por todas las causas en las principales capitales del momento, presenta un pico importante en octubre-noviembre y otros 2 más pequeños en verano de 1917 y en invierno de 1919.
Sin embargo, aunque es la más dominante, esa no es la forma exclusiva de la curva de presentación de la epidemia en las capitales. La curva de la mortalidad semanal por todas las causas en Madrid, presenta su pico semanal más elevado en diciembre de 1919.
Hay otras muestras de la desigual forma, altura y superficie de la curva de mortalidad durante la pandemia en ciudades de EEUU en 1918-19, que han sido atribuidas a las diferentes medidas de prevención.
No nos tiene que sorprender por tanto la desigual forma de las curvas durante la pandemia de COVID-19, tanto en el exceso de mortalidad en las Comunidades Autónomas, o de las diferentes curvas de casos entre países y Comunidades Autónomas, o el exceso de mortalidad en distintos países y áreas urbanas (aquí y aquí).
En cuanto a la distribución espacial del exceso de mortalidad de la pandemia de gripe 1918-1919, se observa unas diferencias importantes entre países europeos.
En España en la pandemia 1918-1919, se observó una desigual mortalidad por enfermedades respiratorias en las provincias. Las provincias presentaron unos valores incluidos en rangos tan amplios como el inferior, entre 6-60, y el superior, entre 129-169 Los mapas nos muestran la desigual afectación de las provincias en las sucesivas ondas epidémicas.
Volviendo a nuestros dias, cuanto más desagregado es el análisis territorial, mayores son las diferencias dentro de cada país.
Así pues, observamos una desigual incidencia y forma de presentación de ciertas enfermedades víricas epidémicas de afectación mundial, que no están todavía suficientemente explicadas.